Las ‘slow cities’ abanderan la utopía del decrecimiento

[Artículo publicado originalmente en Público]

Estos municipios buscan el bienestar de sus vecinos primando la calidad de vida frente a la rapidez de las grandes urbes

PATRICIA HORRILLO – BARCELONA – 09/08/2008 13:21

Pese a que la mayoría de la sociedad se muestra escéptica con teorías económicas como la de Nicholas Georgescu-Roegen, existen grupos que no ven en el cambio de los valores del capitalismo una utopía.

Éste es el caso de las llamadas slow cities, que se encuentran dentro de un movimiento nacido en Italia en 1999 al que diferentes municipios de ese país, Inglaterra y España se están sumando. Las ciudades cittá slow buscan el bienestar de sus vecinos atendiendo a principios alejados de los ritmos habituales de las grandes urbes, en las que prima la rapidez a la calidad de vida entre sus habitantes.

Para conseguir este distintivo, el municipio, entre otras cosas, debe tener una población de menos de 50.000 habitantes, no ser capital de provincia y conservar el casco antiguo cerrado al tráfico. Además, debe cumplir con una serie de requisitos de carácter legislativo, medioambiental y turístico.

Comer bien, disfrutar del silencio, respetar las tradiciones, el patrimonio y el medio ambiente son algunas de las directrices que siguen los ciudadanos que viven en lugares como Begur, Pals y Palafrugell, en la provincia de Girona, los de Mugía, en Vizcaya, y los de Pozo Alcón, en Jaén, y Nigüelas, en Almería.

Cooperativas

En las ciudades también existen iniciativas sociales que buscan cambiar algunos planteamientos capitalistas, como ocurre con las cooperativas de consumidores.

Estos grupos están comprometidos con una alimentación más sana y una producción agraria sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Las cooperativas de consumidores defienden que la acción económica parta del núcleo local, y entienden el crecimiento como un incremento de las relaciones en redes sociales, y no como un beneficio económico. También buscan favorecer el acercamiento entre el mundo rural y el urbano implicando a campesinos, distribuidores y a los mismos consumidores. Su funcionamiento suele consistir en dividir la producción de verduras y hortalizas de la temporada en partes iguales que se reparten entre los socios.

En Valladolid se encuentra la cooperativa Bajo el asfalto está la huerta (http://bah.ourproject.org), que fomenta la relación directa entre productores y consumidores. Y en Catalunya, desde la década de los 80 funciona Ecoconsum (http://www.ecoconsum.org), que agrupa a tres cooperativas y varias asociaciones de consumidores.

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